LOS ORÍGENES DE LA MINERÍA Y SIDERURGIA DE MIERES

El siguiente texto está extraído del libro “Noticias históricas sobre Mieres y su concejo” (pp. 477-502), cuyo coordinador es Julio León Costales y que fue editado por el Ayto. de Mieres en 1995.

 

MIERES

El actual término municipal de Mieres formó parte de la demarcación comarcal denominada «dehesa de Valgrande», que comprendía «to­da la Lena e toda la Huema desde la Bubia de Arbas fasta el Pa­drón», hasta que en el siglo XIII Alfonso X el Sabio otorgó a lo que es hoy el municipio de Mieres todos los cilleros y bienes de realengo que pertenecían al Rey, con todos los buenos usos y costumbres, reconociéndole los privilegios del Fuero de Benavente.

Durante los siglos posteriores Mieres fue simplemente una villa en la ruta de Asturias a Castilla, hasta la década de 1840, en la que se inicia su indus­trialización, que la hace adquirir renombre nacional.

La economía mierense fue, hasta principios del siglo XIX, fundamental­mente agraria, empezando entonces su transformación en industrial, al dar comienzo la explotación del carbón y la actividad siderúrgica. Este proceso de industrialización lleva aparejado una creciente preocupación por las vías de comunicación, necesarias para transportar las primeras materias y los pro­ductos fabricados, y origina profundos cambios sociales. Con todo ello, la comarca de Mieres deja de ser agrícola y pastoril para convertirse en minera e industrial. La minería y la industria fueron despojando a la agricultura y a la ganadería, sobre todo a la primera, de las mejores tierras que ocupaban, al extremo de dejar reducidas las explotaciones agrarias a las laderas de losmontes, lo que implica graves dificultades para el laboreo, mayores costes y menores rendimientos y rentabilidad. Por todo ello, el sector primario fue perdiendo importancia en Mieres, hasta el extremo de convertirse en una actividad económica marginal.

No cabe duda alguna de que el desarrollo minero e industrial de Mieres y su comarca, como el del resto de Asturias, sufrió un fuerte retraso respecto al de otras regiones españolas, como consecuencia de la invasión napoleóni­ca. El efecto impulsor que pudo representar para el conjunto de Asturias el descubrimiento de los primeros yacimientos de hulla en el Principado, hacia 1737, y el inicio de su explotación; la fundación del Real Instituto Asturiano y la construcción por Casado de Torres, en Sama de Langreo, del primer alto homo para la obtención de coque, en 1792; la fundación de la fábrica de municiones de Trubia y la de armas portátiles de Oviedo, en 1794; la erec­ción por José Vicente Pereda de la primera fábrica de hojalata de España en Fontameña (Parres), en 1804; y la encomiable labor promotora de nuevas industrias llevada a cabo por la «Real Sociedad Económica de Amigos del País de Asturias» y, con ella, por los hombres de la «Ilustración Asturiana», quedó anulado por las consecuencias de la guerra de la Independencia, tras la cual Asturias tuvo que reiniciar su proceso de industrialización, pues, la actividad económica en la misma quedó sumida en una total y generalizada decadencia.

De este modo, Mieres que ya había estado ausente en el llamado «Período del nacimiento de la minería y de la industria asturiana» (1775-1810), inicia su moderna economía en el siguiente «Período de renacimiento y desarrollo de la minería y de la industria asturiana», incluso ya avanzado éste, pues has­ta el decenio 1840 no cabe hablar de proceso de industrialización en la co­marca. A partir de este decenio es cuando podemos encontrar los orígenes de la minería y de la industria de Mieres, cuyo desarrollo había de culminar en pleno siglo XX.

FACTORES DE LA LOCALIZACION INDUSTRIAL DE MIERES

La localización de las actividades mineras e industriales en Mieres vino de­terminada por una serie de factores, entre los cuales podemos mencionar los siguientes:

A) La existencia de yacimientos de mineral de hierro y de hulla en la zona, materias primas necesarias para alimentar, en unión de la caliza, los altos hornos. Especial relevancia tuvo la existencia del carbón, ya que los estable­cimientos siderúrgicos se establecían preferentemente al lado de sus minas, por el mayor cosumo de combustible que de mineral de hierro que entonces tenía la producción de fundición, consumo que estaba en la relación de 7 a 10 toneladas del primero por cada 3 del mineral. De este modo no cabe duda que el carbón ha sido el factor más importante en la industrialización de Mieres, originando la creación de uno de los primeros y más importantes centros mineros y siderúrgicos de España.

B) La presencia en la hidrografía mierénse del río Caudal, capaz de sumi­nistrar la energía que la industria siderúrgica precisaba, además del agua uti­lizada en la refrigeración y otros usos.

C) La posibilidad de construcción del ferrocarril Gijón-León y de la carrete­ra Oviedo-León, ambas vías de comunicación por Mieres y el Pajares. La cons­trucción de esta última ya había sido iniciada en el decenio 1770-1780.

Este factor fue de tal importancia que, para Rafael Anes, la explicación de que la «Asturiana Mining Company» optase por establecerse en Mieres, y no en Langreo, «está en que los inversores esperaban que el Estado cons­truyese el ferrocarril Mieres-Avilés y mejorase el puerto avilesino, y que fi­nanciase igualmente, el ferrocarril Mieres-Lena, para comunicar las fábricas de Mieres con la acería de Villallana de la Compañía Lenense Asturiana». Y mencionamos la posibilidad de construcción de las mencionadas vías de comunicación, porque lo cierto es que al iniciarse la industrialización de Mieres faltaban comunicaciones adecuadas para la misma, hasta el extremo de po­der afirmar que eran prácticamente inexistentes.

D) El interés de los capitalistas extranjeros por Asturias. Efectivamente, en la década de los años 1840 las inversiones extranjeras —sobre todo inglesas, francesas y belgas— atraídas por la existencia de yacimientos de carbón, inau­guran en nuestra región la época de la «Revolución industrial». Las inversio­nes estaban precedidas por la venida de un equipo de técnicos, que investi­gaban las posibilidades carboníferas. Sobre la base de su dictamen los finan­cieros extranjeros tomaban sus decisiones de inversión. Así, los estudios rea­lizados por John Mauby decidieron la constitución en 1844 de la «Asturiana Mining Company», que creó la primera siderúrgica privada en Asturias, con capital inglés. De esta forma fue salvado el obstáculo de que «España careció siempre de un capitalismo emprendedor, inteligente y fuerte, que fue impres­cindible en el momento justo de la gran evolución industrial (principios del siglo XIX)».

E) Un ultimo factor importante fue el de la aportación de capital humano extranjero, técnicos y empresarios, entre los cuales son figuras relevantes el ya citado John Mauby, el alemán Guillermo Schultz y los franceses Adriane Paillete y Numa Guilhou.

A los factores de localización ya citados, podemos añadir, como negativos, la falta casi total de mano de obra especializada, consecuencia de la carencia de tradición industrial de Mieres; la insuficiencia de espacio industrial, limi­tado a un estrecho valle en la orilla derecha del río Caudal, lo que supuso un freno para el desarrollo económico; la escasa demanda de minerales, carbón, hierro y acero, que era prácticamente inexistente en la comarca y baja en el resto de Asturias y de España, y porque, concretamente, «el demandan­te principal de productos siderúrgicos, el ferrocarril, se proveía en el extran­jero»; y finalmente, los problemas que presentaban las escasas comunica­ciones existentes y los que tuvieron las qué se fueron construyendo.

En este último aspecto destaca la importancia que los costes del transpor­te tuvieron para las actividades económicas mierenses, de lo que son índices los datos contenidos en la siguiente descripción:

«La “Sociedad Hullera y Metalúrgica”, con base en Mieres, mueve anual­mente 66.608 tm. de material, de las que 28.980 son transportadas por fe­rrocarril y para las restantes 37.628 tm. necesita 27.000 carros, que suelen cargar cada uno 1.380 kg, por lo que la empresa se veía obligada a mante­ner un servicio de muías y otro de bueyes. La mayor parte de los minerales que emplea esta factoría los traen del monte Naranco, esto es, de unos 20 km., y el porte les viene a costar 1,85 reales por tm. y km., (63 M/T/K), pre­cio desconocido hqy en Europa. Los transportes de hierro hasta Gijón, co­mo punto de embarque más inmediato a la fábrica, distan 48 km. y se hacen casi exclusivamente por medio de carros de muías con una tarifa de porte de 65,2 reales en tm., o lo que es lo mismo, 46 M/T/K. El mismo medio de transporte utilizan para cruzar el puerto de Pajares e internar sus productos en León, en cuyo punto el porte ha montado 38 M/T/K. Al llegar a dicha ciudad se remite por el ferrocarril del noroeste hacia Valladolid y Madrid, pero la «poca armonía entre las empresas» es la causa de perpetuos extra­víos, con el resultado de que «muchas veces los consumidores prefieren que sus pedidos sean enviados por medio de carromateros». La tm, de hierro que costaba unos cien reales salía en Valladolid (a 230 km. de Mieres) a unos 350 reales, y en Madrid (a 450 km. de Mieres) a unos 550 reales». Estos datos ponen de relieve el freno que para el desarrollo económico de Mieres en sus inicios tuvo el transporte, deficiente y caro.

LA MINERÍA MIERENSE

Es totalmente cierto que la minería, fundamentalmente la hullera, fue el factor más importante en el desarrollo económico de Mieres. Tan es así, que ha podido afirmarse que en Mieres, como en el resto de Asturias, se cumplió el hecho de que «las minas nó sólo fueron una fuente de riqueza y una espue­la para la expansión cultural, sino que ejercieron en la historia el interesantísimo papel de ser uno de los principales elementos creadores del moderno capitalismo. Creo que, sin exageraciones, puede afirmarse que el capitalismo moderno es de origen minero». Y de tres tipos de minería cabe hablar, en la época que nos ocupa, en Mieres: minería de la hulla, minería del hierro y minería del mercurio.

LA MINERIA DE LA HULLA

La explotación de la hulla dio comienzo tardíamente en Mieres. Efectiva­mente, mientras ya a fines del siglo XV el religioso Fray Agustín Moreno rea­liza algunas extracciones de carbón en Arancés-Castrillóri; mientras en 1737, el incendio de un monte en Carbayín pone en evidencia la existencia de un importante yacimiento carbonífero; mientras la «Compañía de San Luis», a finales del siglo XVIII, reconoce la existencia de yacimientos de carbón en distintas zonas de Asturias, poniendo en explotación algunas minas en Siero, Langreo, Llanes, Villaviciosa e Infiesto; y mientras en 1791, Francisco Rodríguez inicia la explotación de la mina «Mones», en Villamayor, no es hasta ése mismo año en que encontramos en Jovellanos las primeras noticias do­cumentadas sobre la existencia de yacimientos hulleros en Mieres y sobré una artesanal explotación de alguno de ellos. En efecto, en sus «Diarios», y con motivo de. su paso por la villa en sus frecuentes viajes, escribe:

El día 29-11-1791: «Salida a las tres por la nueva carretera; señales de mu­cho carbón de piedra en las montañas de al lado. Dice que hay muchas mi­nas en ella»; El día 14-11-1793 y con motivo del trazado del camino de León a Oviedo observa en la montaña de Santa Lucía la existencia de «vetas de carbón de piedra en grandes tongadas, y algunas de buena calidad»; El día 27-11-1793 describe el puente en construcción de Santullano, indi­cando que «toda la cal consumida en esta grande obra se hizo con carbón de piedra, sacado de dos minas que hay sobre el actual camino entre Santu­llano y Mieres, llamadas de Brañanocedo por el monte en que se hallan. Por real y medio le sacaron al absentista cada carrada de carbón»; y el día 28-11-1793 observa en la Rebollada «varias vetas de carbón en la ladera de la derecha».

Pero en realidad, no es hasta 1840 en que técnicos ingleses, dirigidos por John Mauby, estudian los yacimientos mierenses e inician su explotación a escala industrial. De este modo, desde el descubrimiento de la existencia de carbón en Asturias, por fray Agustín Moreno, hasta las primeras noticias de Jovellanos sobre la existencia en Mieres, median casi tres siglos; y desde los inicios de la explotación hullera en Langreo, en la ultima década del siglo XVIII, hasta que inicia sus actividades la «Asturiana Mining Company» en Mieres, a mediados del siglo XIX, transcurren unos cincuenta años. Tal retraso supondrá un obstáculo más que tendrán que vencer las empresas carbonífe­ras mierenses.

A propuesta de Fausto de Elhuyar, Director General de Minas, y en virtud de Real Orden de 28 de octubre de 1829, se .nombró una comisión que bajo su dirección había de informar, previos los correspondientes estudios, sobre la forma más conveniente de explotación de la riqueza minera del Principa­do de Asturias. Dicha comisión —que estaba integrada por Joaquín Ezquerra, Rafael Amar, Felipe Bauzá y Francisco García—, el 30 de abril de 1830, emitió un informe sobre la explotación y transporte del carbón asturiano y una «descripción geognóstica» de los terrenos carboníferos. Según esta «des­cripción», estos terrenos ocupaban un triángulo cuyos vértices eran el puerto de Pajares y las rías de Avilés y Rib adesella. En él se distinguía una zona entre Pajares y Mierés, estrecha y en la que sólo había antracita, constitu­yendo la parte más pobre de la cuenca central asturiana. Estamos ante el primer estudio técnico de la cuenca carbonífera mierense, pero un estudio insuficiente y con grandes errores. La hulla de Mieres seguía siendo desco­nocida. Otro estudio se debe a Guillermo Schultz. Más exacto, está conteni­do en su «Descripción geológica de la provincia de Oviedo», publicada en Madrid en 1858. En ella se incluyen, además, los resultados de los análisis de algunas hullas de Mieres llevados a cabo por Paillette, quien con muestras procedentes de un total de once capas obtiene unos valores medios de 63,9 por ciento de” coque y 2,4 pór ciento de cenizas; valores bajo el primero y aceptable el segundo.

Luis de Adaro y Magro defendió en su obra, publicada en 1878, «Los car­bones asturianos y la Marina de Guerra», en la que recogía los resultados de los análisis realizados en el Ferrol de hullas asturianas, que las del valle del Caudal tenían una composición análoga a la de las inglesas de Cardiff, por lo que podían considerarse aptas para su consumo por los buques de la marina de guerra española. La exposición de Adaro impulsó la explota­ción hullera mierense.

Lo cierto es que la producción carbonífera de la cuenca de Mieres ha sido tan importante, qué durante todo el siglo XIX fue suficiente para atender el consúmo de la industria siderúrgica comarcal. Y ello, a pesar de que el carbón mierense no es, en su conjunto, especialmente apto para la fabrica­ción de coque, aunque su aptitud media es superior a la del conjunto asturiano.

 

Pozu Barrero en la actualidad

LA MINERIA DEL HIERRO

No faltaban en Mieres yacimientos de minerales de hierro. Así, Schultz, hablando de la siderosis, escribe que «una calidad pobre de este mineral existe en grandes bancos junto a la fábrica de hierro de Mieres». De otro yaci­miento, Sito en San Pedro de Loredo, se dice que «ocupaba el flanco de una montaña caliza, muy escarpada, a seis kilómetros del homo alto; pero su precio resultaba también muy elevado, pues el transporte se hacía, en la primera mitad, a lomos de hombres, y el resto, por muías y carros». Pero lo cierto es que las esperanzas que los iniciadores de la actividad siderúrgica habían puesto en los yacimientos de la comarca resultaron pronto fallidas, tanto por la cantidad como por la calidad de los minerales beneficiados. Por ello, hubo necesidad de recurrir a otras fuentes de suministro. De este modo, en 1855 el mineral que consumía la «Compagnie Minière et Métallurgique des Astu­ries», que se explotaba casi todo a cielo abierto, procedía de las minas de su propiedad de Grandota y Naranco, sierras devonianas cercanas a Oviedo; de Aguilero, en Cancienes (Corvera); de «Olloniego, Loyol y otros puntos de Asturias, y de Villamanín cerca de la montaña de León».

El problema mayor de estos minerales era el de su alto contenido en silice, «por cuya razón en un principio se mezclaban con parte de los de Vizcaya, empleándose hasta un 14 por 100 de la mena de Somorrostro. Sin embargo, ya últimamente no llegan a Mieres minerales ni de la costa ni de Vizcaya, a causa de la distancia y de lo mucho que cuestan los fletes y arrastres, y sobre todo por el estudio especial que para el tratamiento de estos minerales han hecho sus entendidos directores».

LA MINERIA DEL MERCURIO

La explotación y beneficio del cinabrio es una actividad tradicional en la economía mierense, aunque, su importancia dentro de la misma fue siempre secundaria, sobre todo si se la compara con la minería de la hulla.

Ya en 1839 el «Boletín Oficial de Oviedo» incluye, entre una relación de minas adjudicadas en la provincia; la siguiente : «El día 9, D. Manuel Argüelles, canónigo de Oviedo, tomó posesión, por medio de su capataz y apoderado Manuel Rodríguez, de una pertenencia de la mina de cinabrio de Là Peña, junto al lugar de este nombfe en términos de villa y concejo de Mieres».

Firma la relación en que se incluye esta pertenencia en Rivadeo, a 4 de diciembre de 1839, Guillermo Schultz. Dicha pertenencia había sido solicita­da, según anuncio publicado en el mencionado «Boletín», en los siguientes términos:

Inspección de minas de Asturias y Galicia.- D. Manuel Argüelles, vecino de Oviedo y canónigo de su iglesia catedral, solicita la concesión de una per­tenencia sobre el criadero de cinabrio, o mineral de azogue, descubierto a sus expensas en el sitio llamado la Peña, término de la villa y concejo de Mieres del Camino: si alguno tuviere que exponer en el particular, lo verifica­rá ante la inspección de mi cargo en el término de noventa días.- Rivadeo a 28 de setiembre de 1838.- Guillermo Schultz».

Pero la explotación a escala industrial comienza con la constitución en 1844 y 1847, respectivamente, de las sociedades «La Unión Asturiana» y «El Por­venir», las cuales beneficiaron el cinabrio de los yacimientos de La Peña y el Terronal, en Mieres, aunque las dificultades que encontraron, debidas a la presencia de arsénico en los minerales tratados y a la falta de técnicas ade­cuadas para la extracción y destilación, hicieron que estas empresas atrave­saran una vida lánguida. Así, en 1847 el arsénico que contenían los minera­les de mercurio originaron graves intoxicaciones en los obreros y, como na­rra Aramburu, «el alcalde de la localidad, celando por la salud de los labo­rantes, pidió y obtuvo la suspensión de los trabajos, hasta que una resolu­ción superior derogó el acuerdo». El arsénico fue el principal obstáculo «con que tuvieron que luchar los encargados del beneficio de estos minera­les, así en Lena, como en Mieres, habiendo tenido necesidad, en este último punto, de modificar varias veces los hornos, dando así lugar a entorpecimientos, gastos y paralización de los trabajos; la presencia, pues, del arsénico ha sido la única causa de las vicisitudes porque pasaron estas empresas, muy particu­larmente «El Porvenir», ocasionándolas perjuicios de consideración por no haber estudiado de antemano y en pequeño el tratamiento de estos sulfuros especiales».

Otro de los inconvenientes con que tropezó la minería del mercurio en Mieres fue el del bajo rendimiento de los minerales beneficiados, puesto que «unas veces ofrecen un cinabrio casi puro y otras, y es lo general, tan sólo tiñendo a manera de manchas las rocas que le acompañan, hace que la canti­dad de Azogue que rinden varíe muchísimo, de aquí que los del distrito de Mieres, únicos hoy en explotación, sólo rindan de 1 a 1,5 por 100, a lo más 2». En estos términos expone Fuertes Acevedo, en 1884, los problemas del sector minero del mercurio en Mieres.

LA SIDERURGIA MIERENSE

La moderna industria siderúrgica que se inicia en Mieres a mediados del siglo XIX, lleva un pequeño retraso con respecto a la de otros lugares de Asturias, como es el caso de Trubia, pero con el de un siglo en relación con las naciones pioneras de Europa en esta rama industrial. Hasta este momen­to inicial, no se conocen actividades siderúrgicas en Mieres, ya que las terre­rías o forjas catalanas eran inexistentes en la comarca, hasta el extremo de que no figura ninguna con esta localización en el mapa topográfico de Schultz.

No obstante su retraso, la fábrica de Mieres fue la primera siderúrgica as­turiana que obtuvo hierro al coque, pues si bien es verdad que en 1796 se inició en Trubia la alimentación de sus altos hornos con este combustible, lo cierto es que la experiencia no tuvo resultados satisfactorios hasta agosto de 1848, año en que Elorza construye y hace funcionar con éxito dos nuevos altos hornos. Pero ya, pocos meses antes, había iniciado su producción regu­lar, utilizando el coque como combustible, el alto horno de la «Asturiana Mi­ning Company».

A pesar de la existencia de varios factores locacionales negativos, la side­rurgia mierense llegó a ocupar un buen lugar en el conjunto nacional, gra­cias a su ubicación en la zona carbonífera del centro de Asturias, lo que hizo posible utilizase como combustible el coque, mientras otras siderúrgicas es­pañolas seguían empleando carbón vegetal. A la fábrica de Mieres se van unien­do otras factorías asturianas —como la de Villallana, en 1846 y la de la Fel- guera, en 1858—, que convierten a Asturias en la primera provincia produc­tora de hierro en España, arrebatando la primacía a Málaga, que la venía detentando desde largo tiempo, y que, adquirida por Asturias la perdería en 1880, en beneficio de Vizcaya. Asturias sólo recuperaría el primer puesto con la creación de ENSIDESA, en 1950. De ntro modo, en la historia de la siderurgia española en el siglo XIX, se habla de una fase de«predominio asturiano» (1865-1879), que fue precedida de otra de «hegemonía andaluza» (1832-1864), y seguida de una última dé «predomino vasco», iniciada en 1865, la cual habría de durar hasta 1950, en pleno siglo XX, en que Asturias, gra­cias a ENSIDESA, recuperaría su predominio. Podemos asegurar que, en to­da esta evolución histórica, desempeñó un gran papel la fábrica de Mieres, bajo una u otra titularidad jurídica.

LOS HOMBRES DE LA INDUSTRIALIZACION DE MIERES

En los orígenes de la minería y siderurgia de Asturias han tenido un gran papel los «ilustrados», los cuales promovieron la explotación y utilización de los recursos naturales del Principado y el establecimiento de industrias que produjesen un aumento de la riqueza. Entre ellos destacan las proceres figuras de Campomanes, Jovellanos y demás economistas de la «Ilustración Asturia­na», cuyas ideas, bajo el impulso de la.«Sociedad Económica de Amigos del País de Oviedo», hicieron realidad otros hombres, de no menor mérito que aquellos, y de algunos de los cuales queremos hacer mención.

GUILLERMO SCHULTZ

Busto SchutzNació Guillermo Schultz en 1800 en el establecimiento minero de Habicht- swalder, situado en la ciudad alemana de Cassel, en la región de Hesse, en el que su padre, Christian Schultz, era maestre minero.

Estudió Schultz ingeniería minera en la Universidad de Gotinga, aunque de ello no existe justificación documental. Terminados sus estudios, vino a España en marzo de 1826, contratado para dirigir algunas explotaciones mi­neras en la comarca andaluza de Las Alpujarras, donde permaneció cuatro años, al cabo de los cuales fue comisionado por el Gobierno español para estudiar diversos establecimientos mineros en Francia y Alemania, con la fi­nalidad de aplicar los conocimientos adquiridos en España. En 1831 regresa y es destinado a Galicia, región que estudia geológicamente.

En 1833 es encargado por Faus­to Elhuyar, Director General de Mi­nas, de la Inspección del distrito mi­nero de Asturias y Galicia, con resi­dencia en Ribadeo. Se traslada a Ma­drid en 1842 al ser nombrado Ins­pector general. En 1850 regresa a Asturias y en los años siguientes pu­blica sus mejores obras sobre la geo­logía y la minería española y astu­riana.

Adquiere Schultz una relación es­pecial con Mieres en 1854, cuando aprobado el Reglamento de la Es­cuela de Capataces de Minas, que él mismo había redactado, escombra­do profesor y primer director de la misma. Conocida es la importancia que para la minería y siderurgia as­turiana, y más concretamente mierense, tuvo este prestigioso centro. Ello hace más valiosa para Mieres la figu­ra de este gran ingeniero y geólogo.

Tras ser nombrado individuo de la «Sociedad Económica de Amigos del País de Oviedo» el 2 de enero de 1861 se jubila voluntariamente, después de realizar un trabajo del que se ha dicho: «Su obra constituye un verdadero monumento científico que prestó inmensa utilidad a nuestra región».

Siendo muchas sus publicaciones, entre las que pueden interesar, de mo­do especial, para el conocimiento de la minería y siderurgia de Mieres citare­mos las siguientes:

  • Reseña geognóstica de la provincia de Asturias y ojeada sobre el estado actual de la minería en Asturias y Galicia. Madrid, 1841.
  • Reseña de los principales criaderos de carbón de Asturias, su situación respecto del mar, estado de las empresas que los explotan e indicación de los caminos y la mejora de puertos que hacen falta para sus labores en gran­de. En «Boletín Oficial de Minas», Madrid, 1844.
  • Explotación de la hulla y el hierro en España. Madrid, 1855. Adaro califica este mapa de «admirable trabajo realizado con gran perfec­ción».
  • Descripción geológica de la provincia de Oviedo. Madrid, 1858. De esta obra se han echo varias ediciones, lo que prueba su importancia.

JOSE VICENTE PEREDA

Casariego hace notar la activa participación que el clero tuvo en él proceso de desarrollo minero e industrial de Asturias. Efectivamente, ün fraile carmelita, Fray Agustín Moreno, descubre y explota la primera mina de car­bón asturiana, en Castrillón, un cura, José Muñiz Riera, inicia la explotación de la hulla en Langreo; y otro cura, José Vicente Pereda, descubre y estudia yacimientos carboníferos en Langreo y Mieres y funda la primera fábrica de hojalata de España, en Parres.

Pereda no era asturiano, ya que nació en Amedillo (Logroño). Conocido como «el cura Pereda» y «el cura les mines», fue sacerdote, erudito y, sobre todo, un emprendedor empresario, a quien, en 1804, la Junta General del Principado de Asturias encargó el reconocimiento de los carbones fósiles de Langreo, Mieres y otras zonas de la región. En la memoria redactada con tal motivo dice Pereda que «Langreo, Mieres y otros concejos de Asturias son unos verdaderos inagotables almacenes de carbón fósil, depositados por la naturaleza para redención de un país lastimosamente inculto, o no atendido». En su optimismo llega a afirmar que «las minas de Langreo, Mieres y otros puntos de esta provincia, podrán proveer de carbón fósil a toda la península».

Debemos, pues, a Pereda una notable participación en el descubrimiento de la cuenca hullera de Mieres y, por tanto, puede considerársele con justicia como uno de los hombres que contribuyeron al inicio del desarrollo econó­mico de la comarca.

JOHN MAUBY

Con ser, posiblemente, la figura más trascendental en la creación de la mi­nería y siderurgia de Mieres, la vida de John Mauby es prácticamente desconocida.

De nacionalidad inglesa, en 1840 vino a Asturias, comisionado por un gru­po de financieros británicos para informar sobre los yacimientos hulleros de Mieres y otras zonas del Principado. Como resultado de su favorable informe se funda en 1844 la. «Asturiana Mining Company», de la que fue director.

Apenas algún dato más se conoce sobre el fundador de la fábrica de Mie­res, sobre una persona tan importante para la historia económica de la co­marca de Mieres.

ADRIANE PAILLETTE

Ingeniero de minas, geólogo e investigador francés, Adriane Paillette na­ció el 9 de marzo de 1809 en Saint Quintín dé L’Aisne. Habiendo cursado estudios en la Escuela de Minas de Saint Etienne, vino a Asturias en 1839, donde investigó sus yacimientos carboníferos y dirigió explotaciones mineras en Llanera, Langreo, Lena y Mieres, mostrándose «incansable en su afán de promover la industria minera en Asturias». En otro campo, dirigió la fá­brica siderúrgica de la «Compañía Lenense Asturiana», instalada en la Bárza- na, en Villallana (Lena), que con el tiempo se integraría en la «Société Houi- líére et Métallurgique des Asturies».

Para Adaro, Paillette y Schultz fueron los fundadores de. la geología astu­riana. Los trabajos realizados por éste último fueron continuados por aquél a partir de 1845.

En su obra «Ensayos químicos de algunos carbones de Asturias», Páillette incluye, en el análisis número 20 de Hulla, la de la mina «Requintin», sita en Mieres, que califica como «muy ventajosa para los trabajos metalúrgicos y especialmente para los altos hornos de fundición».

Paillette, que fue socio de mérito de la «Sociedad Económica de Amigos del País de Oviedo» murió el 27 de marzo de 1858 en París, donde se había retirado el año anterior, enfermo y sin esperanzas de vida. Asturias, y con ella Mieres, deben «mucho a este malogrado ingeniero, pues él fue quien en esta época promovió el amor a los estudios mineralógicos en la provincia, y con sus trabajos prácticos y sus escritos contribuyó grandemente al desa­rrollo de la explotación hullera y metalúrgica de la provincia».

NUMA GUILHOU

De Numa Guilhou, seguramente el hombre al que, con John Mauby, más debe Mieres, poco sabemos, al igual que ocurre con éste último. Francés, parece que estaba muy vinculado a la Banca de su patria por haber trabaja­do, antes de venir a Asturias, para la firma «Les fils de Guilhou jeunes», en la que familiarmente estaba interesado, y que dirigía entonces Louis Guilhou.

En Asturias realizó Numa Guilhou una serie de informes sobre la minería y siderurgia de la región, con base en los cuales se fundó en 1865 la «Société Houillére et Métallurgique des Asturies», siendo encargado de comprar para en él campo de la minería, hacia 1882 puso en explotación las minas de cinabrio de la Soterraría, en Mieres, y las de Muñón Cimero, en Lena.

Se le señala como autor de un «Catalogue des óbjets presentes a l’Exposition Universelle dé 1878», en el que especifica los productos siderúrgi­cos de la fábrica de Mieres.

Numa Guilhou murió en Mieres, en 1890, a los 73 años de edad.

JERÓNIMO IBRÁN

Jerónimo Ibrán Mulá nació en Mataró (Barcelona) en 1842. Cursó la carre­ra de Ingeniero de Minas, que concluyó cuando aún no había cumplido los 21 años de edad.

En 1873 es nombrado director de la fábrica de Mieres por Numa Guilhou, entonces propietario de la misma, convirtiéndose en su mejor colaborador. «Fue tan íntima la compenetración de aquellos dos caracteres, de tal manera se trabaron, por su medio, el capital y la inteligencia, que, sin la menor dis­crepancia ni dualidad de pareceres, y en un plazo relativamente breve, supie­ron aprovecharse de las ventajosas condiciones del establecimiento, trans­formándolo en otro montado con arreglo a los últimos adelantos de aquella época, que, de ser un negocio ruinoso, pasó a producir beneficiosos rendi­mientos».

Para Adaro, la llegada de Jerónimo Ibrán a Mieres reviste una gran impor­tancia, ya que su trabajo «señalada pauta del tratamiento de los minerales indígenas y concreta el problema de la siderurgia regional al aprovechamien­to económico de los recursos naturales del país; deja grabado un sello pecu­liar con innovaciones propias en cuantas instalaciones realiza; inicia el cami­no de los grandes centros transformadores del hierro, acudiendo de este mo­do a cubrir las deficiencias del mercado y facilitando la colocación de los hie­rros producidos».

El año 1880 es nombrado Ibrán subdirector de la Escuela de Capataces de Minas de Mieres, creada en 1855, y de la que fue profesor durante más de 25 años. Siendo director de este centro consiguió se le dotase de edificio propio en Mieres, en 1894.

Jerónimo Ibrán, que representa para Adaro el «prototipo de la unión de la laboriosidad y del talento a las más bellas cualidades personales de bon­dad y sincera modestia, disfrazadas con un velo de aparente hosquedad e inflexible carácter», murió en 1910, a la edad de 78 años.

LAS EMPRESAS DE LA INDUSTRIALIZACION DE MIERES

Muchas y muy notables empresas contribuyeron al proceso de industriali­zación de Mieres a todo lo largo del siglo XIX. De alguna de ellas vamos a hacer somera referencia.

ASTURIANA MINING COMPANY

Esta empresa conocida también con los nombres de Compañía Asturia­na de Minas, Compañía Anglo-Asturiana y, simplemente, Compañía Inglesa, fue fundada en 1844, con un capital de cinco millones de francos, por un grupo de financieros ingleses encabezado por John Mauby, con el objeto so­cial de explotar minas de carbón en el valle del Caudal, en Riosa y en Tudela y para crear establecimientos siderúrgicos.

Inmediatamente de constituida la sociedad se comenzó la construcción de una fábrica siderúrgica, en la margen derecha del rio Caudal y muy próxima a Mieres. «Entonces se construyó un alto homo con máquina soplante, esta­blecimiento, por un puente de madera sobre el río de curiosa construcción, un horno de cámaras para la destilación del cinabrio y obtención del mercu­rio, una pequeña casa de oficinas y unas 27 casas para obreros, que quedaron empezadas y se concluyeron con las demás obras en ef transcurso.de 12 años». Este alto horno fue encendido en 1848, siendo el primero de propiedad privada que trabajo con coque en Asturias, aunque funcionó poco tiempo, ya que se apagó al año siguiente.

Además de esta fábrica, explotó la Asturiana Mining Company minas de carbón en la cuenca de Mieres, aunque con escaso éxito, y era propietaria de los criaderos de mercurio de Muñón-Cimero (Lena) de los yacimientos de hierro del Naranco, Olloniego y Grandota.

Las dificultades económicas con qué tropezó la empresa y las diferencias surgidas entre la gerencia y los accionistas mayoritarios hicieron que Isabel II, por Real Orden de 26 de abril de 1849, declarase dísueíta la sociedad. Como consecuencia de ello, Gedeon Colguhoun, presidente de la misma, y Jósias Lambert, apoderado y director de la fabrica de Mieres, elevaron un recurso solicitando se permitiera proseguir los trabajos de la entidad, recur­so que fue desestimado. De este modo, la explotación permaneció inactiva hasta 1852, año en que, declarada la sociedad en quiebra, sus activos pasa­ron a la «Compagnie Miniere et Metallurgique des Asturies».

Para Rafael Anes, la explicación de la creación de la «Asturiana Mining Company» «está en que los inversores esperaban que el Estado, construyese el ferrocarril Mieres-Avilés y mejorase el puerto avilesino, y que financiare, igualmente, el ferrocarril Mieres-Lena, para comunicar las fábricas de Mieres con la acerería de Villallana de la Compañía Lenense Asturiana, creada en 1846 por Jacquet y Compañía y dirigida por Adriane Paillette». El in­cumplimiento de estas previsiones arrastró el fracaso y consiguiente quiebra de la empresa, cuyas causas fueron la falta de comunicaciones adecuadas, la mediocre calidad de las primeras materias empleadas y el escaso rendi­miento de la explotación hullera.

COMPAGNIE MINIERE ET METALLURGIQUE DES ASTURIES

Fue constituida en París por J. de Grimaldi y Compañía, como sociedad en comandita, con un capital de cuatro millones de francos, dividido en 16.000 acciones, entregando la mitad de las mismas a los socios de la «Asturiana Mining Company» en pago de los bienes de ésta, los cuales habían sido ad­quiridos en 1852 al ser declarada en quiebra, y de los que se hacía cargo la rideva sociedad, cuyos socios eran, en su mayor parte, franceses y cuya presidencia recayó en Adolphe D’Eichthal.

La «Compagnie Minière et Métallurgique des Asturies» explotó, además de la planta siderúrgica de Mieres, minas de carbon, cuya producción se trans­formaba casi en su totalidad en coque, con el que se alimentaban sus altos hornos.

En 1852 se enciende el segundo alto homo de la fábrica de Mieres con una capacidad de producción de 3 a 4.000 tns. de fundición, lo que determi­nò el predominio de Mieres corno zona siderúrgica. La inauguración de este homo tuvo tal importancia que al. acto asistió S.M. la Reina María Cristina de Borbón, acompañada por su esposo Fernando Muñoz, duque de Riansa- res. Se completò el acto colocando la primera piedra de un tercer alto hor­no. Sin embargo, la empresa .tropezó con los mismos inconvenientes ,que tu­vo qué sopóirtar su antecesora, la «Compañía Asturiana de Minaré aTos que hay que agregar su insuficiente capital social, aunque para. Anes el- fracaso de esta empresa fue originado «por no tener ferrocarril como medio de trans­porte». La mala situación de la sociedad lleva a que, ya al borde de la quiebra, sea adquirida en 1861 por la «Société Houillère et Métallurgique.

des Asturies», en 2.500.000 francos. A pesar de todo, en el año anterior «es­taban montando un nuevo homo alto, con una buena máquina soplante, mo­vida por una de vapor de cilindro horizontal».

SOCIETE HOUILLERE ET METALLURGIQUE DES ASTURIES

Fábrica Mieres 1960Conocida también como «Sociedad Hullera y Metalúrgica», previo informe favorable de Numa Guilhou, se constituyó en París en 1865 bajo la razón social Ch. Berthier y Cía., de la que era filial, con grupos financieros de Mie­res, Langreo y Madrid, con la finalidad de hacerse cargo de los bienes de la desaparecida «Compagnie Miniére et Metallurgique des Asturies», adquiri­dos por mediación de Numa Guilhou. Su capital era de 15.000.000 de pese­tas, de los que 8.000.000 estaban representados por acciones y los 7.000.000 restantes por obligaciones con un interés del 6 por ciento y reembolsables en 47 años. Tal capital, que por su cuantía aumentaba las posibilidades de  Industria éxito de la nueva sociedad, estaba destinado a «la explotación del ferrocarril de Langreo, explotación de carbones, explotación de minerales de mercurio y hierro, y fabricación de hierro en barras y acero bruto o manu­facturado».

Ya antes de su constitución, el 4 de septiembre de 1864, esta sociedad había inaugurado un nuevo alto homo en la fábrica de Mieres. Posterior­mente, en 1867, adquirió la fábrica de aceros de Villallana, a más de otras explotaciones. A pesar de todo este proceso de expansión, entra en crisis en 1868, hasta tal punto que el 5 de mayo de este año la Junta General de accionistas acuerda su liquidación. El 5 dé mayo de 1870, dos años más tar­de, el tribunal de París decreta la venta de sus bienes en pública subasta, la que tiene lugar el 25 de julio del mismo año, siendo adquiridos por Numa Guilhou.

Se atribuye el fracaso de esta sociedad, de modo especial, a la dispersión geográfica y económica de sus explotaciones –ferrocarril de Langreo, side­rúrgicas de Mieres y Villallana, minas de carbón de Santofirme, Langreo y Mieres—, con malas comunicaciones entre sí, muy distantes uñas de otras y con insuficiente demanda para sus productos.

SOCIEDAD NUMA GUILHOU

Con los bienes comprados a la «Société Houilliére et Metallurgique des As- turies», Numa Guilhou crea la sociedad que lleva su nombre y reanuda, con su proverbial tesón, la actividad en las explotaciones adquiridas, ampliando sus instalaciones, para lo que realiza grandes inversiones. Las dificultades que encontraron las anteriores sociedades se mantienen y los años 1871 y 1872 son difíciles para la empresa de Numa Guilhou, .hasta que en 1873 en­cuentra un gran colaborador, Jerónimo Ibrán: Trabajando’ Guilhou e Ibrán en conjuntado equipo convierten el ruinoso negocio que, hasta entonces, había sido fábrica de Mieres en una rentable empresa.

Esta prosperidad económica de la actividad minero-siderúrgica de Mieres se vio favorecida por la entrada en funcionamiento del ferrocarril de Lena a Gijón y por la segunda guerra carlista. Aquel resolvió buena piarte de los problemas de transporte existentes y favoreció la exportación; ésta originó una gran demanda de productos siderúrgicos.

FABRICA DE MIERES, S.A.

El 23 de marzo de 1879 Numa Guilhou y Protasio García Bernardo, ante el notario de Mieres José García Bobia, constituyen la sociedad anónima «Fá­brica de Mieres», con un capital social de 17.000.000 de pesetas.

Son efemérides importantes en la vida de «Fábrica de Mieres, S.A.» a lo largo del siglo XIX:

  • Un proceso de desarrollo creciente que le lleva a disponer en 1881 de tres altos hornos, dos trenes de pudelar, tres trenes para fabricación de fleje, un tren de chapa, diez y ocho hornos de pudelar sistema BEZIUS (con otros cuatro en construcción), cuatro hornos de pudelar de caldera horizontal y otras muchas instalaciones complementarias;
  • en 1886 el Ferrocarril de Langreo adopta un tipo de vagón de hierro construido por «Fábrica de Mieres», que aún sigue utilizando; y
  • en 1889 adquiere por absorción la-«.Compañía de Minas y Fundiciones de Santander y Quirós», lo que la hizo propietaria de la factoría siderúrgica sita en Bárzana (Quirós) y de las minas de hulla que la alimentaba.

Finalmente diremos que con «Fábrica de Mieres, S.A.» se prolonga hasta la década de 1960 el desarrollo minero y siderúrgico de Mieres, cuyos orígenes hemos esbozado.